“Como dice Maturana, ‘perder es ganar un poco’”, indica Fernando Salamanca al contar que ya en las calles venden ediciones piratas de sus libros. Eso indica el éxito de su trabajo, que se ha fundamentado en el desarrollo de crónicas cautivadoras y rigurosas, textos que muestran facetas muy inquietantes de nuestra sociedad.
CSI Colombia ya ha vendido alrededor de cinco mil ejemplares (de los originales) en varias reimpresiones. En ese trabajo logró que la ciencia y el crimen se encontraran a través de historias tenebrosas que tuvieron gran repercusión en los medios nacionales: el caso Colmenares, el secuestro y asesinato de los diputados del Valle, la muerte de la monja Luz Amparo Granada, entre otros.
Hace poco presentó Diez crímenes sorprendentes de la historia de Colombia, un libro que recopila algunas historias asombrosas que abarcan dos siglos de nuestra barbarie característica: Una esposa maltratada que termina asesinando a su esposo en tiempos de la Nueva Granada; una familia que engaña y estafa a montones de arqueólogos y científicos internacionales, un indígena que resulta ejecutado por haber cometido bestialismo en el siglo XVII, el primer periodista asesinado en Colombia y un músico alemán detenido en un campo de concentración en Fusagasugá durante la Segunda Guerra Mundial, entre otros hechos sobre los cuales no sabíamos prácticamente nada.
El criterio de Salamanca para la escogencia de estas historias estuvo basado en los acontecimientos que le dieron “más ideas para armar un retrato de país”, de esa forma encontró relatos que abrieron puertas para nuevas investigaciones y pudo ir “más allá de la anécdota”. Parte de estas investigaciones le obligaron a sumergirse en el Archivo Nacional y en el Archivo de Indias (Sevilla, España) para encontrar cosas que reflejan los contextos dolorosos de sus historias.
Lejos del morbo y el amarillismo, los crímenes permiten al autor entender las sociedades que dan origen a quienes cometen actos aterradores: “Esta incapacidad para comprender al otro permeó toda la historia desde la Colonia”, y hoy vemos que no ha cambiado casi nada.
De todos modos, aunque en muchos aspectos seguimos siendo tan obtusos como hace dos siglos, Diez crímenes sorprendentes de la historia de Colombia permite ver la evolución que ha vivido el país en relación con el sexo, la justicia, la ciencia y la forma en que contamos nuestras historias. Y lo hace desde una perspectiva que cautiva porque a todos nos atraen estos acontecimientos que reflejan lo más oscuro de nuestros espíritus.
Basta con dar un repaso a los contenidos que ofrece Netflix para ver que sentimos una inquietante fascinación por los crímenes y los criminales, decenas de series y películas han sido inspiradas por esto, y Salamanca considera que detrás de eso encontramos que, “uno de los grandes objetos tabús de la humanidad es un cadáver, y de eso se puede desprender un tabú al preguntarnos cómo llegó a ser cadáver esa persona; esa mezcla de curiosidad y repulsión es lo que se ha explotado siempre en el periodismo amarillista”.
Lo más interesante de todo esto aparece al tratar de entender lo que Salamanca ha aprendido sobre Colombia a lo largo de sus investigaciones; “Somos una nación muy solidaria, pero al mismo tiempo somos brutales, hay un afán por vivir el día a día que nos hace irrefrenables, pero también hay una lucha interna para llegar a un buen nivel de vida a codazos”, confiesa. “Al final un colombiano es capaz de todo, tanto de lo bueno como de lo malo, y ese extremo nos ha llevado hasta donde estamos ahorita, a muertes absurdas, celebraciones desbordadas y luchas intestinas”.
Nuestras angustias y nuestras ambigüedades están plasmadas en estas crónicas que dejan más inquietudes que respuestas, como debe hacerse cuando se explora la historia de una sociedad tan compleja como la colombiana.